domingo, 31 de julio de 2016

ARTESANOS DEL MUNDO 3. La Guajira, ¡un enigma en Conservación!


Sentarse a pensar en el próximo destino… es pensar: ¿qué están vendiendo las agencias de viajes?,  ¿quiénes han apostado más en sus anuncios publicitarios?,  ¿en dónde se aglomeran las multitudes de turistas? o ¿qué aerolínea tiene tiquetes económicos? Esta vez una percepción rebelde nos llevó a pensar y a actuar diferente. Sin anuncios, sin reservas, sin intermediarios, sin hacer filas, y con bajo presupuesto El Pueblo Wayuu nos permitió conocer de cerca la Conservación y Protección de su raza, su cultura, costumbres, sus riquezas y sus tierras. Gracias a su ubicación geográfica,  la extensión de sus desiertos y costas, hoy sus raíces arraigadas se mantienen vivas y a salvo de problemáticas políticas y de inseguridad pública.




Mucho se ha escrito de sus hermosas playas, de la arena dorada y sedosa que se pierde en el infinito donde una línea la divide de ese azul profundo; se ha comentado que allí nace el viento, que ruge con fiereza sobre todo en las oscuras y estrelladas noches; se ha hablado sobre un hermoso desierto en donde la fuerte brisa dibuja dunas caprichosas a su antojo; mucho se ha dicho de las maravillas de sus cálidas y tranquilas aguas donde se extingue el territorio nacional colombiano; los extranjeros gozan del privilegio y de la exclusividad de los deportes náuticos, de la privacidad y la magia de sus estaderos y restaurantes atendidos por los mismos nativos, la oferta hotelera se reduce a unos cuantos hostales en donde se ofrece alojamiento en hamaca, chinchorro o habitación con cama y baño, sin aire acondicionado, con pocas horas de energía eléctrica y muy poca agua potable.





Todo esto y más, hacen de esta región un territorio inexplorado, agreste e indómito,  pero a la vez romántico y paradisiaco, como ningún otro en el planeta. Pero nunca se podrá ser el mismo después de ver sus inocentes miradas llenas de esperanzas en medio de la nada, de rozar sus pequeñas manos morenas marcadas por el sol, juguetonas, alegres e inocentes. Los niños de la Guajira reflejan el futuro incierto de una potente cultura que se ha conservado intacta, sus cortas vidas transcurren comiendo polvo al lado de la carretera esperando pacientemente a aquel que  viene repartiendo el preciado y escaso líquido  que para ellos resulta ser la salvación de los 40 grados centígrados en época de verano. Los niños ya están acostumbrados a las necesidades y a la rutina. Sus aspiraciones se enfocan en volverse pescadores y tener una gran familia para trabajar la tierra y el mar, así como nos lo comentó Lewis, niño wayuu perteneciente a una ranchería en el corregimiento de Camarones. Temen a lo que han escuchado de las grandes ciudades, para ellos esto solo representa violencia e inseguridad. Prefieren un futuro asegurado con los suyos explotando sus vitales recursos.





En el Cabo de la Vela,  tierra de mil colores vistosos y ardientes, las mujeres se protegen del sol con mantas que cubren todo su cuerpo y en el rostro un preparado de cebo de chivo y hongos que protege su piel a manera de bloqueador solar. Las manos gruesas y envejecidas por la dureza de su ambiente, tejen a mano coloridas prendas, bolsos, mochilas, llaveros, monederos, cuyos diseños nunca se repiten y cada uno guarda la exclusividad de su creadora. De una bolsa plástica emergen filamentos de hilos coloridos que enredan en sus dedos y a través de agujas metálicas plasman con destreza figuras perfectas tejidas artesanalmente. Diferentes generaciones de mujeres se aglomeran a la entrada de una de las posadas del lugar, se refugian del sol y exhiben sus productos. Hay pocos turistas, en su mayoría extranjeros, pero todos regatean los precios de estas maravillosas obras de arte.  Figuras geométricas, abstractas, simbología, o un simple cambio de color hacen parte del repertorio artesanal.








Los Wayuu viven sus vidas con lo que les ofrece la tierra, el viento y el mar, en completa armonía con sus semejantes y con su entorno. El ambiente se respira tranquilo, pues el oxígeno impregnado de salinidad del majestuoso Océano Atlántico se siente pleno en los pulmones. La luz natural se utiliza hasta que se agota el último rayo de sol, el agua potable es tan escasa que apenas alcanza para las necesidades mínimas de cualquier turista y es ahí cuando nos llega ese momento de culpa donde nos lamentamos de toda la que desperdiciamos en nuestras flamantes ciudades. Pero esto no hace a la región menos hermosa, por el contrario, ese es su mayor atractivo, la Conservación y Protección de su raza.  Allí no hay indicios de marcas de multinacionales, el territorio es sagrado y se respeta en su autenticidad, sus fuertes convicciones y determinación los han mantenido aislados y protegidos de las ambiciones desmedidas de poderosos grupos económicos que han pretendido contaminar esta reserva paradisiaca con mega proyectos hoteleros. Sencillamente, no es de su interés, sus tierras y su legado son intocables, no están en venta y así quieren permanecer.




Permanecer intactos e incólumes es su razón de ser, ya sea que los una un fuerte lazo con sus antepasados, por razones cósmicas, por mantener conservada su consanguinidad, por respeto a los palabreros o Püütchipü, quienes fungen como abogados de la comunidad para intermediar y abogar por los conflictos. Ese es el enigma de su composición social que nuestros simples y básicos sentidos difícilmente entenderán. Clanes, chamanes,  rancherías,  resguardos, siguen siendo un  gran misterio para nosotros,  el Arawak, su lengua materna, se convierte en  importante factor de identidad étnica y cultural.
  
Todo lo anterior es difícil interpretar desde nuestro punto de vista, frívolo y mundano. De ahí surge el gran interrogante: ¿cómo sobreviven estas poblaciones? Sus vías de comunicación son remotas, los cientos de kilómetros que los distancia son poco atractivos tanto para inversionistas privados como públicos del transporte, sus condiciones sanitarias son deficientes, su situación climática es extrema, el recurso del agua es cada vez mas escaso, la aridez de sus tierras y el idioma son suficientes barreras para poner en riesgo su identidad cultural y situarse en vía de extinción. Pero eso es lo que nuestra capacidad de percepción nos revela. Lejos de esa intuición  lo que no sabemos es si la verdadera razón por la cual continúan  allí, firmes en su conservación, sea su ideología misteriosa... ese es el gran enigma