miércoles, 31 de agosto de 2016

ARTESANOS DEL MUNDO 4. Salento, ¡arte con talento!

Hay parajes que evocan añoranza, paisajes que huelen a verde, y saben a infinidad de aromas. Salento huele a sembrados, a frescura, a humedad, a guaduales, a yarumos, a café, a manos campesinas que labran la tierra con la fuerza del corazón y de la raza. Salento es uno de esos parajes que nunca se termina de relatar. Visitar sus calles es revelar el misterio que contiene su historia, descubrir esas legendarias viviendas construidas  a base de cañas o palos trenzados, unidos con una mezcla de tierra húmeda y paja, es una vieja técnica llamada bahareque. La arquitectura expresa sus tradiciones con trabajos a mano  en madera tallada y dibujada en techos, fachadas y pisos, baldosas antiguas con diseños geométricos y coloridos,  puertas y ventanas de colores chillones que contrastan entre sí a la luz del sol o de la luna, el encanto del hierro forjado a mano en rejas, candados y cerrojos, los techos rojos en teja de barro  hacen parte de la quinta fachada al observarse desde lo alto de El Mirador que corona la calle principal. Tan artesanal  que incluso sus fachadas están pintadas con vistosos colores, algunas engalanadas con tocones de madera pirograbados, materas de flores multicolores,  que parece que compitieran entre sí.








A Salento se llega por una estrecha carretera que sube y baja, como un tobogán,  rodeada de variedad de vegetación y de lugares desde donde se empiezan a asomar tímidamente sitios de ventas de artesanías, para comer o para decorar, para regalar o para coleccionar. Este es el aperitivo para llegar a uno de los sitios más hermosos de Colombia






Turistas extranjeros, nacionales y habitantes locales se entremezclan en este nuevo tejido social en el que los unos han aprendido a convivir con los otros a lo largo de los últimos años en los que Salento se ha convertido en uno de los destinos turísticos más apetecidos de nuestro país, en una extraña sinergia en donde se funden etnias y culturas del mundo. Salento tiene su encanto propio y único, ese que proviene del clima templado y montañoso de los pueblos cafeteros del Quindío, Sus calles cuentan las historias de los fundadores y en muchos sitios se puede observar vestigios de la cultura de los arrieros a través de elementos propios de la época y de su identidad cuando, desde el departamento de Antioquia, estos quijotes llegaron a colonizar la región del Quindío y demás departamentos del eje cafetero: peroles, ollas, lámparas, lazos, delantales, sombreros, caperuzas, zurriagos, alpargatas, sillas de montar a caballo, aperos, machetes y el infaltable carriel del arriero en donde se depositaban los objetos más valiosos y de uso diario.


El hechizo del aroma de un café de origen recién tostado y molido proveniente de las fincas cercanas nos atrapa y nos hace cerrar los ojos para transportarnos a cada lugar y vereda del departamento. Ni que hablar de su oferta gastronómica y de las delicias de la variedad de trucha, cultivada en la parte alta del valle del Cocora. Postres, galletas, mecato (variedad de golosinas), patacón (plátano verde pisado frito en aceite), menú vegetariano, italiano, americano, frutas originarias del trópico  de diferentes sabores, colores y texturas. No puede faltar el tradicional  salón de billar que ofrece café en una de las grecas más antiguas de la región.






Salento es visitado, ya no solo en días feriados, sino todos los días del año. Campesinos, pequeños empresarios, artesanos, hippies, músicos. Todos se quieren expresar de forma particular a través del arte hecho a mano. Desde el café, como producto emblemático regional, en todas sus presentaciones con o sin licor, con leche, expreso, preparado en diferentes métodos, frio o caliente, solo o con una buena torta de la abuela. De otro lado, joyas elaboradas en piedras preciosas, pasando por arte manual elaborado en telares, cuero, fibras, metales en filigrana o retorcidos al calor, vitrales, manualidades, madera, fotografías en resina, pinturas, acuarelas, textiles, guadua, totumos, chaquiras.





Cualquier semilla, elemento o fibra natural es materia prima para que con ingenio y creatividad se produzcan la gran variedad de productos artesanales elaborados a mano por artistas locales. Desde las casas delicadamente conservadas con sus patios y solares adecuados para dar paso al comercio, Salento se podría comparar con un gran centro comercial en donde se conjugan todas las regiones del país, se puede obtener desde un sombrero vueltiao, un carriel antioqueño, muebles en diferentes tipos de maderas o un arpa e instrumentos de cuerda, como representación de los 4 puntos cardinales de la geografía nacional.




Sentarse en una de sus templadas noches en cualquiera de los bares del marco de la plaza a escuchar música popular colombiana acompañada de unos buenos “guaros” (bebida anisada, tipo aguardiente), o de una “fría” (coloquialmente, una cerveza), o simplemente quedarse en el parque a observar la actividad de los transeúntes, los vendedores o los que ofrecen paseos para niños en caballitos de madera o réplicas del jeep típico de la región, hace parte del itinerario. Desde aquí, abordo del típico jeep nos desplazamos hacia el emblemático Valle del Cocora, allí en el bosque de niebla, donde se erige la hermosa palma de cera árbol nacional, atrae por su misterio con sus 60 m de altura, sobre todo en las noches de luna llena y estrellas. Desde la zona de camping la vista hacia el firmamento es infinita, el frio es penetrante por lo que no puede faltar una buena fogata y una calurosa bebida que acompañe ese momento místico.







El mirador, ubicado en la parte alta del pueblo, ofrece una variedad de sitios donde se puede degustar café al estilo quindiano, el turista se podrá subir en el tradicional yipao (carro típico de la región cafetera) y vestirse con prendas alusivas a la cultura paisa. El cuadro se complementa con venta de miel de abejas, cholao, solteritas, chontaduro, panadería típica y golosinas de la región y una hermosa vista sobre el Cañón del rio Quindío








La noche se llena de lucecitas amarillas que se reflejan en el pavimento húmedo, pues éstas  suelen ser frías y nubladas. Los avisos de las tiendas se iluminan para dar paso a la vida nocturna de un pueblo, por demás, bohemio y encantador.